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Un segundo después
Una novela escrita por EL CHOJIN
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1
CAPÍTULO 0.
Hoy puede ser el primer día del resto de tu vida . Eso es lo que rezaba un cartel publicitario
en la carretera. Los conocía todos de memoria, en los atascos que se forman en la autopista
a las ocho de la mañana te da tiempo incluso a aprenderte las matrículas de los coches que
ves tooodos los días.
Era un día normal , cuando tardas cuarenta minutos en recorrer los poco más de diez
kilómetros que separan tu casa de E.E.A.A (Empresa en la que trabajaba desde hacía
diecinueve años) te da tiempo a ver muchas legañas, muchos cabreos y muchos dedos
explorando perezosamente muchas narices. Y para colmo llovía. Bueno, resignación,
quince minutos más en mi ford mondeo azul casi nuevo.
Definitivamente era un día normal . Llegué al trabajo a las nueve menos cinco. Teníamos
en la oficina una pequeña broma con respecto a Ana, la guardia de seguridad que estaba
siempre en la puerta; era el primer “hola” de la mañana. Y era una buena manera de
comenzar el día. Había pasado los treinta por muy poco, era la típica morenaza de ojos
grandes. Su padre era andaluz, no recuerdo exactamente de donde, y su madre de Ceuta,
así que tenía en la mirada parte de ese exótico misterio que rodea a las mujeres árabes.
Bajita, con muchas curvas, y aunque el uniforme le daba un toque morboso, estoy
convencido de que yo no fui el único que, en los momentos de poco trabajo, se lo
cambiaba por los siete velos. Pues bien, el comentario sobre ella era, aparte de las brutadas
típicas de supermacho que hacíamos todos -lamento decir que no puedo excluirme- que
cómo era capaz de estar siempre impecablemente maquillada y perfumada. En los tres
años y medio que llevaba entre nosotros nunca la vimos una sola arruga, y hoy no era una
excepción. Vi que tenía un libro rojo en una mano y un vaso de plástico de los de la
máquina de café en la otra.
-¡Hola Ana! Valla, ¿Qué lees? -pregunté por ser simpático más que por auténtico interés-.
-¡Buenos días don Moisés! ese era mi nombre-. Nada, es el método Silva para aprovechar
la capacidad de la mente , pensé que sería interesante, pero la verdad es que parece una
tontería sobre Dios y lo bonito que sería todo si fuéramos buenos o algo así...
Y entonces ocurrió. Cuando hizo amago de enseñarme el libro, algo del café se derramó
del baso de plástico y ¡Ana se manchó los pantalones del uniforme! Ya tenía tema de
conversación para toda la jornada.
¿Sabéis? Yo estaba bastante convencido de que mi vida era plena. Tenía un trabajo fijo
muy bien considerado tanto socialmente como económicamente, era ingeniero
aeronáutico. Estaba felizmente casado y tenía tres niños maravillosos que no daban más
problemas que los típicos. Era normal, normal...
Arriba en la oficina todo estaba tranquilo, normal . La jornada de trabajo se consumió
exactamente a la misma velocidad que la anterior, ni más rápido ni más despacio. Las
mismas caras, las mismas bromas, el mismo proyecto sobre mi mesa. Es curiosamente
increíble que no nos demos cuenta de cuando ocurren exactamente las cosas más
importantes; porque ese día ocurrió algo realmente importante: en algún momento de
entre las nueve y las cinco, el tiempo murió.
Contrariamente a los que pueda parecer yo no lo supe hasta bastante después (¿o
antes...?), así que seguí viviendo ese día de forma normal . Mi último día normal .
Al día siguiente...
Al día siguiente el mismo cartel rezaba lo mismo: Hoy puede ser el primer día del resto
de tu vida . ¡Qué gran verdad!
Parecía otro día normal , legañas, cabreos, dedos explorando perezosamente narices. Y
para colmo llovía. Bueno, resignación, quince minutos más en mi ford mondeo azul casi
nuevo.
Definitivamente parecía un día normal . Llegué al trabajo a las nueve menos cinco. Vi a
Ana que tenía un libro rojo en una mano y un vaso de plástico de los de la máquina de café
en la otra.
-¡Hola Ana! Valla, ¿Qué lees? -pregunté por ser simpático más que por auténtico interés-.
-¡Buenos días don Moisés!. Nada, es el método Silva para aprovechar la capacidad de la
mente , pensé que sería interesante, pero la verdad es que parece una tontería sobre Dios y
lo bonito que sería todo si fuéramos buenos o algo así...
Y entonces ocurrió, cuando hizo amago de enseñarme el libro, algo del café se derramó
del baso de plástico y ¡Ana se manchó los pantalones del uniforme! Ya tenía tema de
conversación para toda la jornada...
3
CAPÍTULO I
I.I.
Diez menos diez de la mañana.
Todo en la vida son matemáticas. Todo tiene una explicación lógica; desde el
movimiento gravitatorio del mayor de los cuerpos celestes hasta el del electrón del más
pequeño de los átomos. Todo. A eso se agarraba siempre Isaac, y por eso no podía estar de
acuerdo con Magda.
- Mira Magda, sabes que yo respeto tus creencias, así que lo mínimo que puedes hacer es
respetar tú las mías. ¿O no?
- Si no es que no las respete, es que me parece muy triste que no tengas un poquito de fe.
Yo no digo que Dios sea el señor de barba blanca que nos vigila constante y que nos creó
del barro... Entre otras cosas porque me niego a aceptar que la primera mujer saliera de la
costilla de un tío- Dijo Magda regalándole una de sus encantadoras sonrisas a Isaac para
calmar un poco el ambiente.
- Mujer, es algo un poco más profundo que eso. Porque, de todas maneras dicen que lo de
la costilla es manipulación de la traducción de la Biblia por parte de la iglesia. Tengo
entendido que en los escritos originales se dice que Eva fue creada, no del costado de
Adán, sino a su costado. Osea que Dios la creó a su lado, no de su costilla.
- Bueno, lo que sea; te aseguro que lo último que me apetece a estas horas de la mañana es
hablar de Dios y la Biblia.
Magda era una auténtica belleza, sus padres eran jamaicanos y aunque ella aún no había
viajado a la tierra de estos, la genética es tozuda y se empeñó en darle un cuerpo escultural
de metro setenta y siete. Tenía todo lo que se le puede pedir a una mujer (O, al menos, todo
lo que Isaac podía pedir a una mujer): Un carácter luchador a prueba de bombas, un amor
infinito hacia los suyos, una vitalidad envidiosa y una paciencia digna de admiración.
Pero su cara... su cara era lo único que le hacía pensar a Isaac que, al fin y al cabo, si era
posible que Dios existiera. Facciones suaves pero no sosas, labios voluminosos y en
extremo sexis aunque en absoluto vulgares, nariz pequeña y ojos rasgados llenos de
inteligencia y vida que nunca rehuían ninguna mirada.
Hacía frío y el autobús que llevaba a Isaac y Magda a la universidad, aparte de totalmente
repleto de gente callada y legañosa, estaba parado en el atasco de siempre ¡Y encima
llovía! Cuarenta minutos en un autobús con más de setenta personas te recuerda
cruelmente que en este mundo aún existe mucha gente que no usa desodorante.
...hoy puede ser el primer día del resto de tu vida...
Una breve alteración en la parte delantera del autobús rápidamente se convirtió en
sorpresa y la sorpresa en alarma, incluso se oyeron varios gritos de auténtico horror.
Magda no pudo ver a que se debía esta perturbación de la normalidad , pero Isaac si ¡Un
hombre completamente desnudo y en apariencia herido, corría entre los coches parados!
Su expresión era de desesperación, pero no del tipo de desesperación de aquel que busca
escapar de algún peligro, era peor aún; parecía que aquel hombre huía de algo sabiendo a
ciencia cierta que no podía escapar. Intentó entrar en varios coches, pero todos los
pestillos estaban echados. Y si buscaba ayuda, estaba claro que no la encontraría entre los
ahora despiertos conductores que colapsaban la carretera.
- ¿Qué ocurre?- Preguntó repentinamente asustada Magda.
Aquel hombre siguió su triste huída bajo la lluvia y salió del campo de visión de Isaac.
Mientras en el autobús estallaban las conversaciones que pretendían dar una explicación
a lo sucedido, Isaac contó lo que vio a su compañera no sin antes sentir una cierta
repugnancia hacia el resto de viajeros al darse cuenta de que él fue el único que sacó su
teléfono móvil para avisar a la policía de lo ocurrido.
El resto del viaje se desarrolló normalmente con la salvedad de que la gente estaba algo
más excitada. En el fondo todos agradecieron el incidente ¡Ya tenían tema de
conversación para todo el día!
Diez y diez de la mañana.
- No me apetece entrar en clase- Dijo Isaac a la vez que hacía sonar sus doloridas
cervicales moviendo el cuello a derecha e izquierda-. Además llegamos tarde. Vamos a la
cafetería, te invito a un algo.
- ¿Ya empiezas?
- Venga mujer, vamos a la próxima clase. Ya pediremos los apuntes.
- Vas a conseguir que no termine la carrera nunca. Vale, pero invitas tú, y entramos a la
próxima hora.- Este solía ser más o menos el ritual que Magda e Isaac seguían antes de
hacer pellas desde primero. Él lo proponía, ella decía que no estaba bien y terminaban en
la cafetería (A veces ni siquiera llegaban a entrar a una sola clase).
Isaac fue a pedir un café para Magda y un Nesquiq para él. Siempre había bebido Cola-
Cao , pero desde que retomaron su campaña de “Yo soy aquel negrito del África tropical”
con los jugadores de fútbol, se negó a volver a darles un duro por considerar esa campaña
aparte de absurda, racista. Parecía que no eran los únicos que habían decidido saltarse una
clase, la cafería estaba llena como la mayoría de los días a primera hora.
- Tu café, con mucha leche y dos azucarillos.
- Gracias. ¿Sabes? Estoy pensando en el hombre de la carretera. ¿Qué puede llevar a una
persona a salir corriendo por la autopista desnuda y bajo la lluvia con el frío que hace?
¿Crees que estaba loco?
- Pues no lo sé. Yo también he pensado en ello. Su coche estaría en el atasco, se ha vuelto
loco como Michael Douglas en Un día de Furia , se ha desnudado y ha salido corriendo...
no sé. A saber...
- Claro, porque no ha podido salir de su casa así. No hay casas en medio de la autopista, y
no creo que halla llegado hasta donde le vimos desde la ciudad. Es una pena. A lo mejor
dicen algo en la tele esta tarde.
I.II.
Once en punto de la mañana.
- Cálmese señor. Nadie va a hacerle daño.- Jairo y su compañero habían recibido el aviso
de que un hombre desnudo, aparentemente muy desequilibrado, estaba causando
disturbios en una panadería del centro comercial que había en la entrada de la ciudad.
...hoy puede ser el primer día del resto de tu vida...
La situación era bastante surrealista, viendo a aquel tipo a Jairo le vino a la memoria
Tarzán en Tarzán en la ciudad . Tenía la apariencia de una bestia acorralada, no parecía
peligroso, pero si terriblemente imprevisible y sobre todo asustado. Jairo estaba
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